A mí también me enseñaron a no amar mi cuerpo

A mí también me enseñaron a no amar mi cuerpo

Diana Pino / @casiopea_dpq

Hace días el mundo colapso cuando en el cumpleaños de la cantante inglesa Adele se publicó una imagen de ella celebrando desde casa. 

La imagen no tenía nada de especial, al menos yo no la vi así, la cantante aparece con un vestido corto negro con las manos extendidas y con una sonrisa espectacular encerrada en un círculo de flores. 

Entonces, ¿por qué causó tanto impacto? 

Adele es una cantante inglesa con una voz impresionante y unas canciones maravillosas, simplemente su voz cautiva desde el segundo uno y es un placer escucharla, aunque no te guste su género musical es un deleite nada más que por mera apreciación artística. Esa voz le ha valido numerosos premios y reconocimientos, así como éxitos número uno en todo el mundo, es una de las cantantes más valiosas de la era moderna.

Sin embargo, la breve descripción que les di de ella no importo nada al ver esa foto, esa foto donde la cantante luce una figura espectacular gracias a un régimen al que se ha sometido para bajar de peso, porque sí, Adele logró sus grammys a pesar de su obesidad. 

Y porque digo a pesar de, bueno, porque en este sistema en el que vivimos nos han enseñado que la gordura es lo peor que nos puede pasar, que ser gordo es sinónimo de estar enfermo o incapacitado, que ser gordo te impide ser feliz, que ser gordo es, hasta un insulto. Y si eres mujer y eres gorda, prácticamente la tienes más difícil. 

Todas somos Adele

Crecimos en un sistema que nos ha marcado un estándar de belleza que nos domina y que nos dice que si queremos ser felices y exitosas debemos lucir de tal o cual manera, que está prohibido verse diferente y que solo si cumples con ese estándar, el camino al éxito será más llevadero, porque tampoco es una garantía, pero al menos, te vas a ver bien. Este sistema nos ha envuelto en una búsqueda exhaustiva de vernos como el sistema nos dice, y entonces, invertimos en dietas, medicinas, aparatos, cirugías, suplementos y gimnasios todo en nombre de la salud, porque claro, la mentira que nos han sembrado es que, si somos delgadas, entonces seremos sanas y felices, y si fracasamos en el camino, la culpa es nuestra, pero estemos tranquilas que hay otra medicina, otra dieta, otro método para volverlo a intentar. 

Y es así como al “cuidar nuestro cuerpo” de lo que comemos, descuidamos nuestra mente con toda esa ansiedad y frustración con la que la alimentamos, porque nos han dicho que estar gorda no está bien, que una persona gorda es depresiva, tiene baja autoestima, floja, le falta disciplina, constancia y fuerza de voluntad. Nos han dicho que una persona gorda es gorda porque quiere, porque no se cuida y no se ama. Y nos lo han metido tanto en la narrativa mundial que lo vemos, lo escuchamos y lo consumimos todos los días y obviamente nos deprimimos, nos comparamos y dudamos de nosotras mismas porque la vida y la sociedad nos empuja a creernos esa historia, sería muy diferente si nos enseñarán a amar nuestros cuerpos y a hacer las cosas por amor a ellos y no porque lo odiamos y rechazamos.

Por todo ello, es que la imagen de Adele se viralizó en internet y redes sociales, porque a esa mujer bella, talentosa y exitosa solo le faltaba eso, tener la figura que el sistema nos dicta, entonces Adele paso de ser “la gordita con buena voz” a ser el ejemplo de constancia y amor propio para el mundo, es decir, si Adele lo logró, todos podemos hacerlo, “solo es cuestión de –una vez más- constancia, disciplina y querer cambiar”. Por un día entero, la gente se olvidó de la voz de Adele y de sus éxitos y se enfocó únicamente en su imagen, como si todo lo demás no importará, a la peña no le importo su salud mental ni todos los procesos por los cuales ella tuvo que pasar para cambiar tan radicalmente su cuerpo y aceptar esos cambios, simplemente luce delgada y eso es lo único que importa, así tengas que hacerte, tomarte o someterte a lo que sea. 

La obesidad y la sexualidad

Con todo este sistema que nos bombardea con el cuerpo perfecto, es muy obvio que a las mujeres se nos complique estar a gusto con nuestro cuerpo y con nuestra sexualidad, porque no nos vemos como el sistema dice, porque en todos lados solo vemos que los cuerpos “perfectos” y delgados son los que disfrutan la sexualidad o peor aún, el sistema nos tiene tan dominados que nos ha hecho creer que esos cuerpos son los que tienen derecho a la sexualidad plena, ¿qué fuerte no?

La ropa interior es sexy solo para las delgadas, las mujeres sexis son delgadas, las mujeres con más pegue son las delgadas, etcétera, es entonces que nunca estamos seguras y satisfechas con nuestro cuerpo (no importa que tan delgada seas nunca es suficiente), y es entonces que nos preocupamos más en vernos bien y en satisfacer visualmente al otro que en disfrutar de nuestra sexualidad, en experimentar, en tocarnos, en saber lo que nos gusta y que no, y todo ello porque primero hay que verse sexy y después ya nos ocuparemos del resto.

Y así es como vamos por la vida apagando la luz por vergüenza a mostrarnos, ocultando nuestro cuerpo y sin desnudamos por completo, pensando en que no se nos vean las marcas o las lonjas de nuestro cuerpo, dejando a un lado lo que realmente debería importar que es disfrutar a pleno. 

Y ¿cuál es la reflexión final?

Primero, cuestionarnos ¿para qué queremos cambiar nuestro cuerpo? Es decir, parece que, si transformamos nuestro cuerpo automáticamente y como un cuento de Disney nos volvemos mejores personas, es como si la delgadez nos iluminara y esa luz incrementa conforme vamos perdiendo kilos. Tenemos que dejar de definir a una persona por su peso y lo peor ¡opinar de los cuerpos de los demás con tanta soltura y con tanto derecho!, ¿quién nos dio ese derecho?, ¿quiénes nos hemos sentido para juzgar la vida de alguien o definir a alguien por su imagen?

Obviamente, todo el esfuerzo y todo lo que tenga que ver con mejorar la salud se aplaude y se celebra porque estamos hablando de amor propio, claro, siempre y cuando lo hagamos porque nos amamos tanto y respetamos tanto nuestro cuerpo que deseamos sentirnos mejor y no por toda la presión social que hay a nuestro alrededor, porque les tengo un secreto: mientras más intentemos cambiar nuestro cuerpo desde la obsesión de estar delgadas y sin modificar nuestra mente y trabajar nuestros pensamientos, menos lo lograremos y estaremos en un círculo vicioso de subir y bajar de peso o estancarnos, que nos llevara a una frustración profunda y por ende a deprimirnos. 

En cambio, si trabajamos desde el amor propio, aceptando nuestro cuerpo como es hoy, amándolo, agradeciéndolo, respetándolo y trabajando para mejorarlo acompañado de un cambio de mentalidad y reforzando nuestros pensamientos positivos, lograremos mejores resultados y a largo plazo. Es decir, si hacemos abdominales y comemos lechuga porque es lo que tenemos que hacer y comer para “vernos bien”, nos vamos a sentir peor; pero, si hacemos los abdominales y comemos la lechuga porque son parte de un estilo de vida para sentirnos bien, entonces, ahí sí, automáticamente nos veremos mejor, porque además nos sentiremos mejor, sin tener miedo de nuestro cuerpo, más bien amándolo. 

Finalmente, no me gusta hablar de manera general y estoy segura que hay mujeres que disfrutan de su sexualidad y que no ocultan su cuerpo, conozco a algunas y créanme a todas las felicito y las admiro, sin embargo, hay una gran mayoría que no y a ellas no las juzgo, al contrario, las comprendo y por ellas creo que es importante que cada vez más se hable de esto y dejarnos claro a todas, nuestro peso y nuestra talla, NO NOS DEFINE.

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2 comentarios

Muy cierto tu artículo, Dianita te quiero y te admiro mucho. Eres una gran escritora además de una triunfadora, pues todo lo que te propones lo logras.

Lucero PIno

Muy cierto, todo empieza de como me veo para mí, mi interior, mi pensar, mi sentir, el amor que me profesó. Yo fui gorda y siempre preocupada por ocultar mi curpo, mi cambio fue por verme bien, por lucir la ropa (mezclilla) Trabajé en mi cuerpo al mismo tiempo que con mi mente, mi ser y amo los resultados.
Gracias por compartir, un abrazo.

Rosy Lechuga

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